PADRE, DOCTOR & FONTANERO

Era un día como cualquiera en la oficina de la iglesia. Una señora de unos 30 años fue a visitarme, casi desesperada me dice que su hija tiene un problema. Me explico que su hija no podía hacer caca, suena tosco pero así fue. Al instante una perversa idea inundo mis pensamientos y le dije a la señora que iba a ayudar a su hija, que la trajera esa misma tarde para una “sesión de sanación” le especifique que ella no podía estar y que iba a demorar horas.

Luego de esa charla fui inmediatamente a comprar vaselina para mi perverso plan, volví a mi oficina y espere ansioso. Ya era de tarde, y la puerta de mi oficina se abrió, entro la señora y su hija. La niña tenia unos 12 o 13 años, tez morena, media 1.58 aproximadamente, cara angelical, cabello largo y negro, un poco rellenita pero no gorda, sus pechos se notaban poco pero su trasero era algo muy muy llamativo, ya que era bastante grande para su estatura ademas estaba paradito. Vestía una polera blanca y falda negra larga

Le dije a la señora que me mostrara que tan grave era, la señora levanto la polera de su hija y toco su abdomen, el cual estaba durísimo por las fecas acumuladas. Luego le dije a la señora que debía irse para comenzar, le dije que no se preocupara, que yo iría a dejar a su hija.

Después de que la señora se fue tuve una erección instantánea y le hice un par de preguntas a la niña, estaba muy asustada y era tremendamente inocente, no sabia lo que era un pene, lo que aproveche al máximo. Para comenzar le explique lo que íbamos a hacer, saque mi pene por la cremallera del jeans con cuidado de no se viera nada mas que mi miembro ya sediento de acción. me levante de la silla y apuntando mi miembro le dije.

– Voy a ponerte una inyección en tu traserito para que te sientas mejor. – Es muy grande. – Dice la niña casi llorando. – – No te preocupes, tengo una cremita para hacer que duela menos. – Dije mientras destapaba la vaselina. – Ahora para que empecemos, desvistete.

La niña con mucho miedo comenzó a desvestirse hasta quedar desnuda, era la niña mas peluda que había visto, estaba muy desarrollada a pesar de su edad, era de pechos pequeños, apenas sobresalían.

– ¿Puedes ponerme cremita en la inyección? – Le pregunte muy simpaticamente. – Si. – Respondio dudosa. – Entre mas pongas menos va a doler.

Le pase el envase de vaselina y saco una gran cantidad con sus dedos. Comenzó por poner vaselina en la cabeza, haciendo círculos con sus dedos, luego bajo al tronco, ahi saco vaselina con sus dos manos y comenzó a bañar mi miembro. La vaselina era espesa, así que tenia que esparcir mucho, me sentía en el cielo, esos 10 dedos de niña bañando mi pene de vaselina. Al terminar le di un beso en la frente y le dije que era hora de poner la inyección.

– Pasame tu traserito amor.

La niña con miedo se arrodilla dándome la espalda y pega su cabeza al piso levantando el culo. Estaba maravillado con ea obra de arte, parecían dos burbujas perfectas.

– Ahora te pondré cremita en el trasero.

Con entusiasmo saque vaselina y la esparcí por toda esa obra de arte, su culo… culazo mejor dicho estaba brillante por la vaselina y todo para mi.

– Voy a meter cremita dentro de tu hoyito, no te asustes.

Comencé por meter un par de dedos para dilatar, fue difícil pues estaba apretadisimo. Ya dilatado metí dedos con vaselina y la esparcí en su interior. Mi pene estaba pidiendo acción.

– Bebe, voy a poner la inyección, aguanta.

Me puse detrás de ella y empece a empujar mi miembro contra su apretado anito, lo hice despacio pero no fue suficiente, puse gran fuerza y entro la cabeza de mi pene seguido de un tierno quejido de la niña, deje mi pene quieto para acostumbrar.

– Ya entro.

Comencé a adentrar cada vez mas mi miembro en su interior, pero a mitad del camino siento que algo duro obstruye el camino, intento seguir pero no puedo, en respuesta empece a bombear y golpear el obstáculo como si de un ariete se tratase.

– Ay… Humm… Uy… Ahhh… – Decia la niña en un tono entre quejidos y placer.

Estaba bombeando cada vez mas fuerte, los gemidos aumentaban y por fin sentí que el obstáculo se desarmo, seguí y seguí bombeando hasta que el duro obstáculo se convirtió en una pasta. Estaba destapando una cañería cual fontanero.

– Padre, quiero hacer popo. – dijo nerviosa.

Rápidamente saco mi pene lleno de fecas, la pongo de pie, la abro un poco de piernas y pongo una pelela de esas antiguas bajo ella. Me pegue a ella y comencé a hacer presión con mi mano en su zona abdominal.

– Hace fuerza bebe. – Ahh… Ahh… Ahh… – Decia la niña mientras hacia fuerza

Al fin vi como una pasta color café cayo a la pelela, la niña seguía empujando, estaba roja como tomate. A esa pasta café le siguió una larguísima serpiente de fecas duras a tal punto que revalso la pelela. No podía creer ver tanta caca junta, pero yo aun no me venia y tenia que cumplir esa misión, movi la pelela y puse a la niña en la misma posición de antes.

– Ahora viene lo ultimo bebe.

Comencé a penetrar de nuevo ese anito, esta vez a gran velocidad. Esta vez la niña gemía sin dolor, eso me ponía a full y aumentaba la velocidad.

– Ay… Hmmm… Ahhh… – Gemia la niña

Cuando me vine dentro fue la mejor sensación de mi vida, al retirar mi pene todo cagado me deleite viendo como ese ano se abría y cerraba hasta cerrarse por completo limpie bien el trasero de la niña, bote la pelela cargada de fecas y fui al baño a lavar mi miembro. Al volver le dije a la niña que se sentara, toque su abdomen, ya no estaba duro. su vello púbico estaba muy desaseado y le pregunte si se quería depilar eso, al instante asintió.

lleve crema para depilar y un navajin, la depile en poco tiempo y en ella se veía una cara de felicidad mezclada con cansancio. Recogí sus ropas y yo mismo la vestí y le di un beso en la frente.

– ¿Como te sientes ahora? – Mucho mejor. – Dice con una gran sonrisa. – ¿Te dolió mucho?. – No, solo al principio.

Fui a dejarla donde su madre y volví exhausto a mi cabaña a echarme una siesta.

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